Elio Altare

La bodega de Elio Altare tiene una historia tan importante y significativa como para estar incluida, sin lugar a dudas, en la historia del vino del Piamonte. Todo empezó con Giuseppe Altare, el padre de Elio, que en 1948, con previsión, compró una bodega en La Morra, plantando viñas autóctonas como Nebbiolo, Dolcetto y Barbera. Su hijo Elio muestra de inmediato un gran interés por el negocio, pero también entiende que si no se desarrolla y moderniza adecuadamente, corre el riesgo de quedar como un negocio familiar y casi amateur. Después de un viaje a Francia, para entender los secretos del éxito de los grandes vinos franceses, Elio, completamente fascinado por las técnicas de vinificación transalpina, regresa con la voluntad de hacer grandes cambios en la bodega de su padre, en primer lugar el abandono de los grandes y viejas barricas de roble para el afino de Barolo, queriendo sustituirlas por las más modernas barricas francesas, pequeñas barricas de 225 litros, muy utilizadas en los Alpes y en el mundo. Naturalmente, encuentra la fuerte resistencia de su padre y, por ello, hace un gesto llamativo y, para la época, "blasfemo": con una motosierra corta en pedazos los viejos toneles de la bodega de su padre; la reacción es inmediata: ¡lo desheredan! Este es el primer brote para el establecimiento de ese puñado de jóvenes bodegueros que, siguiendo a Elio, rompen las antiguas reglas de cultivo y vinificación tradicionales de la época y cambian la forma de hacer Barolo: se llamarán Barolo Boys. Tras la muerte de su padre, Elio consigue recomprar la bodega a sus hermanos y, animado por los mismos sueños de antes, prosigue la gran labor de experimentación que le llevará a tener, junto al resto de bodegueros que le han seguido, una gran éxito, sobre todo en Estados Unidos, en los años 90 con el "nuevo Barolo" en versión "rejuvenecida". Estas posiciones bien definidas también conducen a grandes divisiones "ideológicas" dentro del mundo productivo de Langhe: se crean las dos facciones de los "modernistas" y los "tradicionalistas", pero Elio, a diferencia de otros compañeros de aventuras, no retrocede, permanece en su posición, fiel a lo largo de los años a su filosofía de producción, ampliándola a los principios de la agricultura ecológica. Hoy se dedica, junto a toda la familia, a nuevos proyectos, además del seguimiento de la bodega: entre otros, la elaboración de vino blanco en Cinqueterre, tierra de viticultura extrema y la restauración de un pueblo en Castelmagno (en el valles entre Piamonte y Francia) donde se trata de la producción del famoso queso homónimo.